La ópera barroca
- El más importante de los nuevos géneros del periodo barroco fue la ópera, un drama musical que combina la poesía y el teatro (la actuación, los decorados y el verstuario) con el canto y la música instrumental.
- Entre los principales secciones de la ópera se son la obertura orquestal, las arias para solistas acompañados de la orquesta y los recitativos (declamaciones del texto en estilo casi hablado), así como algunos números para conjuntos y para coros.
- Claudio Monteverdi escribió las óperas Órfeo, basada en la mitología y La coronación de Popea, basada en la historia de la antigua Roma. Fue el primer gran compositor de óperas.
- El compositor inglés Purcell escribió Dido y Eneas basada en un poema de la Eneida de Virgilio.
- Haendel es conocido por componer la denominada ópera seria, obras dramáticas sobre temas heroicos o trágicos con dioses y héroes.
Escena del Teatro Real de Turín en un cuadro del siglo XVIII
Ópera (del it opera, ‘obra musical’) designa, desde aproximadamente el año 1650, un género de música teatral en el que una acción escénica se armoniza, se canta y tiene acompañamiento instrumental. Las representaciones suelen ofrecerse en teatros de ópera, acompañadas por una orquesta o una agrupación musical menor. Forma parte de la tradición de la música clásica europea u occidental.
Definición de ópera
Un drama que es fundamentalmente cantado, acompañado por instrumentos y presentado teatralmente. El hecho de que la ópera sea fundamentalmente cantada la distingue de obras dramáticas en las que la música es incidental o claramente accesoria respecto al drama. El hecho de que se presente teatralmente la distingue del oratorio, forma musical con la que tiene similitures.
En la ópera, como en varios otros géneros del teatro musical, se une:
- La música (orquesta, solistas, coro y director)
- La poesía (por medio del libreto)
- Las artes escénicas, en especial la actuación, el ballet y la danza
- Las artes escenográficas (pintura, artes plásticas, decoración, arquitectura)
- La iluminación y otros efectos escénicos
- El maquillaje y los vestuarios
La ópera ha tenido una historia de 400 años
En aquellos época presentaba numerosas formas diferentes. Así, las oberturas, los coros, los ballets y los concertantes están presentes en ciertas épocas pero no definen el género. Del mismo modo, una ópera puede estar acompañada por una orquesta o una pequeña grupación instrumental: puede cantarse de principio a fin o puede estar intercalada de diálogos hablados. El texto de una ópera, denominado libreto, puede ser creado expresamente o puede basarse en un antecedente literario; el autor del libreto puede ser fundamentalmente un poeta, dramaturgo o simplemente un adaptador. Como obra dramática escenificada, la ópera presupone la existencia de un público (en contraposición a los madrigales o la música de cámara, que pueden interpretarse únicamente para el disfrute de los intérpretes). La ópera es, por tanto, un arte social y su historia incluye tanto características formales musicales como sociales.
Componentes de la ópera
Una ópera es una obra teatral de grandes dimensiones que se canta. Combina los recursos de la música vocal e instrumental -solistas, conjuntos, coros, orquesta y, en ocasiones, ballet- con la poesía y el teatro. La unificación de elementos diversos es un reto que ha atraído a algunas de las mentes más creativas de la historia de la música.
En la ópera, el argumento y la acción son presentados por lo general mediante una especie de declamación o habla musical conocida como recitativo. Este estilo vocal, desarrollado a partir de las primitivas monodias de la Camerata Florentina, imita las inflexiones naturales del habla; su movimiento se adecúa al ritmo del lenguaje. Rara vez dotado de una línea puramente musical, el recitativo se caracteriza con frecuencia por una repetición insistente de la misma nota, así como por el rápido diálogo de pregunta-y-respuesta que incrementa la tensión. Con el tiempo surgen dos estilos de recitativo que se hicieron típicos: el recitativo secco acompañado solamente por los instrumentos del continuo y que se mueve con gran libertad, y el recitativo acompagnato «acompañado» por la orquesta y de movimiento más pausado.
En los momentos líricos, el recitativo de paso al aria, que libera a través de la melodía la tensión acumulada en el curso de la acción. El aria es una canción, normalmente de naturaleza sumamente emotiva. Es lo que el público espera, lo que ovaciona, lo que recuerda. Debido a su melodiosidad, un aria puede resultar eficaz incluso cantada fuera de contexto; por ejemplo, en un concierto o en un recital. De hecho, la gente conoce muchas arias sin haber oído jamás las óperas de las que forman parte. Una convención formal que se desarrolló muy pronto en la historia del género es el aria da capo, una forma ternaria o A-B-A que vuelve a presentar la primera sección con embellecimientos improvisados por el o la solista.
Una ópera puede contener números de conjunto –dúos, tríos, cuartetos, etc.- en los que los distintos personajes ponen de manifiesto sus respectivos sentimientos. El coro puede emplearse para respaldar a las voces solistas o bien funcionar independientemente. A veces comenta y reflexiona sobre la acción (como en el coro de una tragedia griega) o bien se integra en la acción.
También la orquesta apoya la acción de la ópera mediante la tranmisión del estado de ánimo apropiado para las diferentes escenas. La orquesta interpreta asimismo la obertura, un número instrumental con el que comienza la mayoría de las óperas y en la que caben melodías de las arias que se oirán más tarde. Cada acto de una ópera se inicia normalmente con una introducción orquestal, y entre las escenas podemos encontrar interludios (intermedios) orquestales.
El compositor de una ópera trabaja con un libretista (guionista) el cual escribe el texto de la obra recurriendo a su instinto dramático cara crear los personajes y la línea argumental, con sus principales hilos y subtramas. El libreto, el texto de una ópera, debe dar al compositor oportunidad de escribir música para los diversos números -recitativos y arias, conjuntos, coros, interludios- que se han convertido en los rasgos tradicionales de esta forma artística.
La ópera seria
La ópera seria es el resultado de la evolución de la ópera en Italia a lo largo de las últimas décadas del siglo XVIII. La competencia entre teatros y compañías de ópera acabaría por propiciar el desarrollo de una especie de star system en el cual el éxito de las producciones dependería en gran medida del virtuosismo y la fama de los cantantes principales. El nuevo género tuvo como señas de identidad musicales el aria da capo y un estilo orquestal propio.
El aria da capo es una aria que consta de dos secciones A y B en la que la primera se repite de nuevo tras la segunda, resultando una estructura A-B-A. La repetición de la primera parte tiene como objetivo permitir el despliegue de virtuosismo por tanto del cantante, quien tiene la potestad de añadir agudos, fiati (para interpretar notas largas) y fioriture (adornos) a discreción.
El protagonismo adquirido por el aria da capo repercutirá en una completa diferenciación, desde el punto de vista musical, entre recitativo y aria, reduciendo el primero a una rutinaria forma de enlace entre aria y aria.
Desde el punto de vista orquestal, la ópera seria instituyó la escritura a cuatro partes de cuerda (violines I y II, violas y bajo continuo) que será característica de la orquesta italiana y a la que se añadirán eventualmente partes para instrumentos de viento.
El estilo orquestal es a menudo virtuosístico e incisivo -con pasajes rápidos, trémolos y variedad de ataques- pero simple desde el punto de vista de la textura -a menudo consistente en dos voces reales, una aguda de violines y otra de bajos más violas-. La ópera seria se abre con un breve fragmento orquestal en tres secciones (rápido – lento – rápido) denominado “sinfonía” que será el germen de la sinfonía clásica.
La ópera seria se erigió pronto en el género internacional por antonomasia del siglo XVIII, cultivado por compositores de todo el continente -entre ellos algunos de los más grandes de su generación, como es el caso del veneciano A. Vivaldi o del alemán nacionalizado inglés G. F. Händel– y de las posteriores -como el austríaco W. A. Mozart– y admirado en todas las grandes ciudades europeas desde Lisboa a San Petersburgo.
La excepción más notable a la hegemonía italiana la ofrecerá Francia, que se mantendrá fiel al modelo lullyano, custodiado por las instancias oficiales desde la Academia Real de Música. Esta institución obligará a las producciones italianas que se sometan al gusto nacional, mediante la traducción de los libretos al francés, la limitación del virtuosismo de los solistas o la incorporación de música de ballet.
Bibliografía:
FORNEY K., MACHLIS J.: Disfrutar de la música, Ed Akal
FERNANDEZ de LARRINOA, R: Historia de la Música, capitulo 11: La era de los castrati y el esplendor barroco