Música profana medieval: trovadores y juglares
En la sociedad medieval, junto a la música religiosa que dominaba en iglesias y monasterios, se desarrolló un rico repertorio de música profana. Esta música, que acompañaba la vida cotidiana y festiva, reflejaba las emociones y realidades de la época: el amor, las hazañas heroicas, las festividades y las inquietudes populares. Desde los castillos de la nobleza hasta las plazas y mercados del pueblo llano, la música profana evolucionó gracias a dos figuras fundamentales: los trovadores y los juglares.
Trovadores: poetas de la nobleza
Los trovadores y trovadoras fueron poetas-compositores que surgieron en Europa entre los siglos XII y XIII, especialmente en el sur de Francia y la península ibérica. Destacaron por crear tanto la letra como la música de sus canciones, habitualmente en lenguas romances.
Pertenecían a la nobleza y vivían en los castillos, donde componían canciones en lenguas romances (provenzal, catalán, gallego, occitano o toscano). Estas lenguas vernáculas, habladas por la población, contrastaban con el latín empleado en la música religiosa.
Características de sus composiciones:
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- Monodía melódica: Las canciones de los trovadores y las trovadoras eran principalmente monódicas, aunque podían acompañarse de instrumentos como el laúd, la arpa o la viella. En ocasiones, estos instrumentos eran interpretados por juglares y/o ministriles, músicos profesionales que colaboraban con los trovadores para enriquecer las interpretaciones.
- Heterofonía: Cuando había acompañamiento instrumental, este solía repetir la melodía de la voz con ligeras variaciones ornamentales.
El tema central de sus composiciones era el amor cortés, una forma idealizada y platónica de amar, en la que la dama era inalcanzable (por estar casada o por pertenecer a otra clase social) y venerada como si fuese en todo perfecta. Este modelo amoroso, lleno de melancolía y devoción, contrastaba con la temática más mundana y festiva de los juglares, que celebraban aspectos más carnales y humorísticos de la vida.
Además de ser una expresión artística, la obra de los trovadores tuvo una gran influencia en la cultura europea medieval. Su poesía y música marcaron las bases del desarrollo de géneros líricos posteriores, como los madrigales renacentistas, y su modelo de amor cortés definió gran parte de la literatura y el arte de la época. Estas composiciones nos ofrecen un testimonio único de los valores y sensibilidades de la sociedad medieval.
Trovadoras y trovadores destacados:
– Condesa de Día (Beatriz de Día, siglo XII): Una de las pocas trovadoras conocidas, cuya canción A chantar m’er de so qu’eu no volria es un ejemplo excepcional del refinamiento trovadoresco y de la perspectiva femenina en este género. La obra, escrita desde la voz de una mujer, explora con sinceridad emociones y conflictos amorosos, con orgullo y melancolía. En ella, Beatriz de Día narra su amor hacia un caballero que no corresponde a sus sentimientos, mientras critica su desdén y frialdad. Este lamento amoroso reivindica la voz de las mujeres medievales en un contexto predominantemente masculino.
– Raimbaut de Vaqueiras (siglo XII): Su Kalenda maya es una obra festiva y rítmica, compuesta como una danza para parejas.
– Martín Codax (siglo XIII): Trovador gallego conocido por sus cantigas de amigo, que reflejan el amor desde una perspectiva femenina.
– Alfonso X, el Sabio (siglo XIII): Bajo su supervisión y dirección se elaboraron las cantigas de Santa María, una colección de canciones dedicadas a la Virgen en las que se adaptaron técnicas compositivas trovadorescas a una temática religiosa.
Juglares: los intérpretes populares de la Edad Media
Los juglares eran músicos itinerantes que desempeñaban un papel crucial en la difusión de historias, canciones y noticias por toda Europa medieval. Viajaban de pueblo en pueblo ofreciendo sus espectáculos en plazas, mercados y cruces de caminos, a cambio de monedas, alojamiento o comida. Más allá de su música, los juglares eran auténticos artistas que combinaban canto, narración, malabares y danza.
- Narradores e informadores: Los juglares contaban historias y leyendas, y actuaban como un noticiario ambulante, relatando sucesos de otras localidades vecinas.
- Entretenimiento popular: Su repertorio incluía canciones de gesta, danzas y relatos humorísticos o satíricos. También realizaban espectáculos visuales, como juegos malabares o trucos con animales.
- Adaptadores musicales: Aunque no componían música original, adaptaban melodías de trovadores o incluso del canto gregoriano, añadiendo nuevas letras de carácter profano. Esta práctica, sin embargo, no era bien vista por la Iglesia, que consideraba su música como mera diversión mundana.
Muchas veces, los juglares trabajaban en familia, mezclando la música instrumental con canciones de gesta, danzas y representaciones teatrales. Su arte era accesible y atractivo tanto para las clases populares como para la nobleza. Durante siglos, los juglares fueron los principales transmisores de la cultura popular, preservando tradiciones orales hasta la llegada de la imprenta musical.
El trovador Guiraut de Calansó, contemporáneo de estos músicos, describió las cualidades que debía tener un buen juglar:
«Saber improvisar versos y melodías; saltar y jugar a los dados; echar al vuelo manzanas y cogerlas con cuchillos; tocar el timbal, las castañuelas, la cítola, la rota de diecisiete cuerdas y otros instrumentos; imitar el canto de las aves; hacer bailar polichinelas; colocarse unas barbas rojas; hacer saltar a perros y enseñar a los monos; conocer historias y leyendas, y, sobre todo, saber hablar de amor.»
Danzas
En la Europa medieval, muchas canciones populares estaban estrechamente ligadas a la danza, concebidas para acompañar movimientos colectivos durante festividades y celebraciones. Estas danzas eran fundamentales en la vida social, ofreciendo un espacio de expresión y comunidad.
- Estructuras rítmicas: eran danzas diseñadas para marcar los pasos de baile, estas canciones utilizaban patrones repetitivos y regulares, facilitando la participación de muchos bailarines (no profesionales) a la vez.
- Melodías pegadizas: De construcción sencilla pero efectiva, estas melodías invitaban no solo a bailar, sino también a cantar en grupo, reforzando su carácter popular y accesible.
La estampie y otras expresiones teatrales
La estampie, como Kalenda maya de Raimbaut de Vaqueiras, es una danza instrumental típica de los siglos XII y XIII. Se caracteriza por su melodía ágil y base rítmica clara, ideal para celebraciones, y refleja la vitalidad de la música profana medieval. Kalenda maya, del trovador Raimbaut de Vaqueiras, una composición festiva y rítmica concebida como música de baile para parejas, ideal para celebrar la llegada de la primavera.
Otro ejemplo destacado de la música y las artes teatrales medievales son los «Juegos de Robin y Marion», de Adam de la Halle (siglo XIII). Esta obra, considerada una de las primeras muestras de teatro musical en Europa, combina canciones con diálogos humorísticos que narran una historia popular de amor y aventuras. Las escenas incluyen canciones rítmicas y pegadizas, además de momentos teatrales ligeros, que conectaban fácilmente con el público de la época.
Conexión cultural y legado
La música profana ofrecía un respiro frente a la religiosidad dominante, conectando directamente con las emociones, preocupaciones y alegrías de la vida cotidiana. Sirvió como vehículo para expresar tanto la ligereza de las festividades como las inquietudes sociales del pueblo.
La oralidad como clave de transmisión: Gracias a la labor de los juglares, gran parte del repertorio profano se transmitió de forma oral durante siglos, manteniendo viva la tradición popular hasta la llegada de la imprenta musical.
Mientras los trovadores creaban un arte refinado en las cortes, los juglares adaptaban estas formas cultas al gusto del pueblo, asegurando su difusión y contribuyendo a una fusión de tradiciones que enriqueció la música medieval.